De la misma manera que se puede utilizar la energía solar para calentar el agua, puedes también utilizarla para calentar del aire y, gracias a ello, calentar tu vivienda.
Las calefacciones solares proporcionan entre el 40 y el 60% de las necesidades de calefacción. Estos sistemas son mucho más rentables para los consumidores que utilizan calefacción eléctrica, aunque también pueden tener rentabilidad en lugares donde se utilice otro tipo de calefacción. Su instalación depende de varios factores, como puede ser el tamaño de tu casa, el aislamiento que va a tener o la cantidad de calor que generará con un sistema de apoyo.
La calefacción solar puede funcionar con diferentes tipos de sistemas:
- Calefacción solar pasiva: utiliza el calor del sol y las características del diseño donde se encuentra. Por ejemplo, las ventanas grandes que están enfocadas al sur y materiales en el suelo o las paredes que absorben calor durante el día y desprenden ese calor por la noche. Uno de los mejores ejemplos de este tipo de calefacción es un invernadero. Tiene varios sistemas, como el de ganancia directa (el sol incide directamente), el de ganancia indirecta (utiliza materiales que mantienen, almacenan y desprenden el calor) y el de ganancia aislada (recoge la energía solar de un lugar alejado).
- Calefacción solar activa: este tipo de calefacciones son una combinación de colectores (encargados de absorber y recoger la radiación solar) y bombas o ventiladores eléctricos (para transferir y distribuir el calor solar captado). Estas instalaciones suelen tener un sistema de almacenamiento de energía para proporcionar calor en los momentos que no hay sol o cuando el calor que se ha almacenado se agota. Tiene dos tipos básicos, el activo por líquido (se calienta el agua) o el activo por aire (calienta el aire en un colector de aire).